Promesas de muerte
M. L. EstefaníaNi el alcaide ni el jefe de celadores discutieron con sus esposas. El día señalado para la pelea, marcharon a almorzar al pueblo inmediato. La pelea se iba a celebrar por la tarde, en ese domingo. Permitieron que cocineros, panaderos y todos los servicios presenciaran la pelea, aunque Donald estaba diciendo que no merecía la pena tantas molestias, ya que no pasaría de cinco minutos los que su contrincante pudiera resistir.
Year:
1980
Publisher:
lineasdesaparecidas
Language:
spanish
File:
EPUB, 409 KB
IPFS:
,
spanish, 1980